Todos hemos tenido momentos de los cuales no queremos que nuestra memoria guarde los archivos asociados para que desaparezcan en el olvido. Los motivos son muy variados, desde cierta timidez o vergüenza, hasta un rechazo visceral a experiencias sumamente agresivas que generan síndrome de estrés postraumático. Sería una gran ayuda, sobre todo para estas personas, que pudiéramos elegir a voluntad qué recuerdos queremos conservar, por el bien de nuestro autoestima y salud mental, y cuáles queremos dejar resbalar por el precipicio del olvido.
Una buena noticia es que ese proceso no necesita de nuestra deliberación consciente, el cerebro parece tenerlo integrado en el disco duro, como un método de autodefensa y conservación, como apunta un nuevo estudio publicado recientemente en The Journal of Neuroscience. Como en nuestro canal nos dedicamos a explorar todo lo relacionado con Neuralink, la empresa cofundada por Elon Musk que desarrolla interfaces cerebro-computador, es importante que traigamos a la mesa los últimos avances en la comprensión de la compleja relación del cerebro y la memoria. Es por eso que ahondaremos en los procedimientos y resultados de este estudio.
Con el propósito de explorar la respuesta del cerebro a estos recuerdos traumáticos e incómodos el equipo escaneo los cerebros de 24 personas que suprimían activamente un recuerdo concreto. Mediante este procedimiento el equipo descubrió un circuito neuronal que detecta, inhibe y finalmente erosiona los recuerdos intrusivos.
Este sistema de alarma está formado por un trío de estructuras cerebrales. En el centro se encuentra el córtex cingulado anterior dorsal (dACC), una estructura en forma de cicatriz que envuelve regiones cerebrales más profundas cerca de la frente. Actúa como una agencia de inteligencia: vigila los circuitos neuronales en busca de recuerdos intrusivos y, cuando los descubre, alerta a la región "ejecutiva" del cerebro. El ejecutivo envía entonces una señal de interrupción al centro de memoria del cerebro, el hipocampo. Como si se tratara de un botón de parada de emergencia, esto impide que el hipocampo recupere el recuerdo.
No está de más recordar que todo este proceso ocurre en los pasadizos subterráneos de nuestra conciencia, suprimiendo los recuerdos no deseados para que nunca salgan a la luz. ¿Pero qué ocurre si los recuerdos irrumpen en nuestros pensamientos? En este caso, el dACC tiene otra tarea. Cuando la vigilancia proactiva falla, esta región del cerebro aumenta su señal de alerta al ejecutivo lo que le permite amortiguar aún más la actividad en el hipocampo.
"Evitar que los recuerdos no deseados vengan a la mente es una capacidad adaptativa de los seres humanos", escriben los autores, dirigidos por el Dr. Michael C. Anderson, de la Universidad de Cambridge, y el Dr. Xu Lei, de la Universidad del Sudoeste, en Chongqing (China).
Los guardianes de la memoria
Las tres regiones del cerebro son conocidas por los investigadores de la memoria. Cada una de ellas funciona como una agencia gubernamental en una novela de espías, con múltiples tareas y amplias intercomunicaciones. Recuperar -o amortiguar- un recuerdo es similar a una operación de inteligencia.
El hipocampo es el "operativo" que se encarga de extraer un recuerdo de las redes neuronales. Enterrada en lo más profundo del cerebro, esta estructura codifica, almacena temporalmente y recupera los recuerdos que recogen las historias de nuestras vidas: los cuándo, los dónde y los qué.
Otro actor es el "centro de mando" del cerebro, el córtex prefrontal (CPF). A través de vastas redes neuronales con diferentes regiones del cerebro, incluido el hipocampo, este "ejecutivo" supervisa las operaciones del cerebro y es el centro del control cognitivo. Si las acciones del hipocampo están fuera de lugar, una parte, el rDLPFC, envía una señal eléctrica de "abortar operaciones" y amortigua la actividad del hipocampo.
Pero, ¿qué es lo que proporciona inteligencia al rDLPFC? Conozcamos el enigmático dACC, una estructura en forma de C que se activa en múltiples funciones cerebrales. Estudios anteriores realizados con modelos computacionales sugieren que supervisa cuidadosamente los procesos neuronales en curso. Al igual que un agente de inteligencia que busca señales de peligro potencial, capta información "que indica la necesidad de intensificar el control cognitivo", explican los autores. El dACC transmite entonces la demanda al centro de mando, instando al ejecutivo a poner en práctica el control, al menos en contextos no memorísticos. En este nuevo estudio se pregunta: ¿espía el dACC también los recuerdos ofensivos?
¿Cómo se descubre un centro neuronal para controlar la memoria?
El truco consiste en rastrear la actividad del cerebro con múltiples tipos de escáneres, cada uno de los cuales capta aspectos únicos del procesamiento cerebral. Uno de ellos es el EEG (electroencefalograma), que utiliza electrodos colocados en el cuero cabelludo para detectar las ondas cerebrales, la actividad eléctrica acumulada de las neuronas. Al igual que una cámara de vigilancia de gran angular, el EEG es excelente para captar patrones eléctricos en áreas relativamente grandes del cerebro en tiempo real, pero sacrifica la resolución.
En este caso las fMRI son el medio perfecto para acceder a la actividad ccerebral. En comparación con el EEG, es más lento, pero ofrece una resolución mucho mayor. El uso simultáneo de los dos métodos proporciona lo mejor de ambos mundos, ya que permite al equipo asomarse a los cambios de la actividad neuronal con la calidad de una película en 4K.
Una vez obtenidos los datos, pueden cotejar las marcas de tiempo precisas de los cambios de actividad -que obtienen del EEG- con su ubicación exacta en las exploraciones de RMNf. Como mencionamos al comienzo, en este estudio, se reclutaron 24 voluntarios, divididos equitativamente entre hombres y mujeres, sin antecedentes de problemas neurológicos o de salud mental. Los voluntarios aprendieron 68 pares de palabras. Por ejemplo, "puerta" se emparejó con "tren"; "césped" con "carne". Se utilizó una palabra de cada par como pista; cuando se les pedía, los participantes hacían lo posible por recordar la palabra asociada.
A continuación, los voluntarios entraron en el escáner de IRMf. En algunos ensayos, después de que se les presentara la señal -por ejemplo, "puerta"- se les pedía que recordaran la palabra asociada, "tren". En otros ensayos, debían abstenerse de pensar en la respuesta. El nombre de la prueba es el paradigma Pensar/No Pensar, o TNT.
Durante la tarea, el equipo siguió y analizó las interacciones entre el trío de regiones cerebrales mediante EEG y fMRI. Al encontrar patrones en la actividad de la red neuronal, se centraron en dos firmas específicas de ondas cerebrales (la potencia theta y la amplitud N2) en el dACC, que a menudo se asocia con el control cognitivo.
Dos movimientos
La actividad del dACC se produjo en dos ráfagas. La primera se desencadenó en unos 400 milisegundos, más o menos en un parpadeo, y generalmente antes de que un recuerdo entre en la conciencia. El dACC transmitió la información al comandante rDLPFC, que a su vez ordenó al hipocampo que redujera su actividad y dejara de recuperar el recuerdo.
Los autores explican que esto se traduce en una disminución de las ondas cerebrales theta en el hipocampo, necesarias para recuperar los recuerdos. Una vez completada la misión, todo el circuito neuronal se apagó durante el resto de la prueba, lo que sugiere que las neuronas estaban contentas de relajarse con un trabajo bien hecho, sin necesidad de seguir trabajando para inhibir un recuerdo ya suprimido.
En cambio, si la señal del dACC no se activaba a tiempo -por ejemplo, si la persona recordaba la palabra asociada aunque intentara no hacerlo-, la región entraba en alerta máxima. Esta "alarma reactiva" dispara la actividad del comandante, el rDLPFC. A continuación, la región sofoca aún más las ondas theta en el hipocampo en un esfuerzo por detener los pensamientos intrusivos. Por ejemplo, las personas que se destacaron en la supresión activa de la palabra asociada, tuvieron un flujo de información mucho más fuerte desde el centro de comando rDLPFC hacia el hipocampo para las palabras que olvidaron, en comparación con las que recordaron a pesar de tratar de aplastar el recuerdo.
En general, el cerebro tiene un mecanismo interno de dos pasos, proactivo y reactivo, que ayuda a aplastar los pensamientos intrusivos, explicaron los autores. Ambos tienen el dACC como agente de inteligencia. Cuando se encuentra un recordatorio, por ejemplo, el juguete de una mascota querida que ha fallecido recientemente, el dACC detecta las señales de la red neuronal generadas por el indicio. En dos oleadas, impide la recuperación o empuja el recuerdo doloroso fuera de la conciencia.
Aún falta que los métodos de esta investigación se amplíen para incluir estímulos que no sean solo visuales. Esto, pues, si bien nuestros recuerdos visuales son muy patentes y la visión es el sentido que más redes neuronales activa en el cerebro, hay otros estímulos sensoriales, como un aroma a eucaliptus o la melodía de una canción, que pueden despertar este tipo de recuerdos incómodos. Considerando eso, la evidencia acumulada en este estudio ya apunta a que tenemos integrado en el cerebro un guardián que ayuda a"despejar la mente de pensamientos no deseados y acelerar la desaparición de los recuerdos que preferiríamos no tener".
Una gran noticia para quienes sufren de estrés postraumático. En el futuro será interesante ver cómo aumenta el conocimiento de este sistema neuronal, ya que gracias a estímulos eléctricos como los que puede producir la interfaz de Neuralink se podrían diseñar terapias para favorecer la erradicación de ese tipo de recuerdos y subsanar traumas potentes, difíciles de borrar de otra forma. Cada vez estamos más cerca de poder resetear aquellas brasas lacerantes en la memoria y, como quien apaga el fuego, acabar con el dolor de esos recuerdos.
Bibliografía:
https://www.jneurosci.org/content/early/2022/04/06/JNEUROSCI.1711-21.2022


