La adicción al cigarrillo ha sido uno de los problemas de salud pública más grande del último siglo. Desde que se permitía fumar en todos lados, incluso en aviones, y hasta se publicitaba al cigarrillo como un hábito saludable, no hay duda que hemos avanzado tanto en la comprensión del impacto nocivo que tiene este hábito en la salud, como en la disminución de la proporción de fumadores y la restricción de los espacios en que se puede fumar. Pese a todos los avances, para quienes fuman, pese a tener la convicción de querer dejar el cigarrillo, la fuerza del hábito, es decir, la adicción que genera la nicotina, es el obstáculo más difícil de sobrepasar para librarse de un suicidio lento de los pulmones que suele producirse mediante el cáncer.
Es por esto que se han desarrollado muchas técnicas y terapias para intentar ayudar a quienes desean dejar de fumar de una vez por todas. Es cierto que la fuerza de voluntad juega un rol fundamental en este proceso, pero tampoco se puede desestimar el impacto bioquímico y la inercia que genera el hábito en el cuerpo, pues cuando se lo deja de golpe suele proseguir el síndrome de abstinencia. Algo nada placentero que puede provocar recaídas o acabar de lleno con el propósito inicial de dejar el cigarrillo.
Dentro de la creciente variedad de terapias estos últimos años han visto la emergencia de un par de nuevas técnicas, avaladas por rigurosos estudios, como son la ingestión de psilocibina (el agente psicoactivo de los hongos mágicos) acompañada de terapia, la cual tratamos en otro artículo, y el tratamiento mediante estimulación cerebral por parte de interfaces cerebro-computador, como las que desarrollan Neuralink y Kernel. En este caso hablaremos de este último tratamiento, específicamente de una revisión al impacto del tratamiento con interfaces no invasivas, es decir, que no requieren una operación quirúrgica para implantar un dispositivo en la superficie del cerebro.

Los métodos de estimulación cerebral no invasiva (ECNI) han mostrado resultados prometedores para el tratamiento del trastorno por consumo de tabaco, pero se sabe poco sobre la eficacia de los de estos en la abstinencia a largo plazo. Un equipo de investigadores del Hospital Universitario de Dijon, en Francia, llevó a cabo una revisión sistemática y un metanálisis para evaluar la eficacia de los SNIB para la abstinencia a largo plazo.
El estudio publicado en la revista médica Addiction encontró que este tipo de estimulación cerebral mejora los rangos de abstinencia entre 3 y 6 meses. Para llegar a este resultado el equipo buscó en varias bases de datos científicas ensayos controlados aleatorios de los ECNI en fumadores adultos que buscaban dejar de fumar, con un seguimiento de más de 4 semanas y luego combinó los resultados para medir el efecto global de los ECNI en el abandono del tabaco. Se incluyeron siete estudios, con un total de 699 pacientes. En todos los estudios incluidos, los grupos de control recibieron ECNI falsos.
Al agrupar los 7 estudios incluidos, el cociente de riesgos de abstinencia sostenida de cualquier forma de ECNI en relación con los ECNI simulados fue de 2,39, lo que significa que los fumadores que recibieron ECNI tuvieron una probabilidad 2,39 veces mayor de abstinencia de fumar a largo plazo que los fumadores que recibieron ECNI simulados. El cociente de riesgos fue mayor cuando se consideraron diferentes tipos de ECNI o la estimulación de partes específicas del cerebro. Se encontró un alto riesgo de sesgo en 4 estudios incluidos.
El autor principal, el Dr. Benjamin Petit, afirma: "Aunque nuestra revisión parece modesta, con sólo siete estudios incluidos, un nivel de confianza bajo y una variabilidad sustancial entre estudios, los resultados parecen ser sólidos y nos sentimos seguros al sugerir que la ECNI es una técnica de interés para dejar de fumar tanto a corto plazo como de forma sostenida".
"Además, hemos identificado varios ensayos científicos actualmente en curso en este campo concreto. En un futuro próximo, la ECNI podría ser reconocida como una nueva y prometedora opción para ayudar a las personas que desean dejar de fumar."
Las dos formas de NIBS más utilizadas son la estimulación transcraneal de corriente directa (tDCS) y la estimulación magnética transcraneal (TMS). La TDCS envía una corriente directa de baja intensidad a través del cerebro mediante electrodos colocados en el cuero cabelludo del paciente. La débil corriente eléctrica modula la excitabilidad neuronal. La EMT utiliza una bobina metálica colocada contra el cuero cabelludo del paciente. La bobina genera pulsos magnéticos que inducen breves corrientes eléctricas en el tejido cortical. Dependiendo de la frecuencia de los pulsos, la excitabilidad de la zona seleccionada aumenta o disminuye.

En conclusión, paso a paso se está abriendo una nueva vía para combatir las adicciones. Es necesario que se sigan investigando y recolectando datos sobre los procesos de abstinencia en muchas más personas, tanto las terapias tradicionales como con estas nuevas formas de estimular el cerebro. Es una gran ventaja que aquí hablemos de un método no invasivo, pues el potencial de que dispositivos de este tipo, como los que ha desarrollado Kernel, implican muchos menos riesgos que sus pares invasivos y, por lo tanto, podrían ser aprobados con más facilidad y ser comercializados en gran proporción. Que esto sea así está por verse, pero es un buen punto de partida el hallar que esta forma de estimulación cerebral efectivamente ayuda a quienes quieren dejar de fumar.
Bibliografía:
https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/add.15889
https://neurosciencenews.com/nibs-smoking-20474/


