Estamos en 2041. Invité a mi versión adolescente del 2012 a dar un paseo por el futuro. Le muestro las conversaciones de sobremesa, en las cuales el silencio es roto por la risa que sobreviene al compartir un meme telepático. Los lanzamientos de cohetes a la Luna y Marte son frecuentes y puedes reservar tu asiento solo con un par de pensamientos, así como pedir tu cena para que la traigan los carros de delivery auto pilotados. Él me mira boquiabierto, sin entender casi nada, quizá pensando que está en un juego de realidad virtual. Y así recuerdo que en su tiempo solo ciertos futuristas y científicos de vanguardia hablaban de interfaces cerebro-computador. Él no tiene un chip de Neuralink en su cerebro, yo sí.
¿Este escenario te suena a la última película de ciencia ficción disponible en Netflix? Tal vez eres una de las tantas personas que ha sufrido al presenciar la decadencia motriz y cognitiva que implica la vejez en tus padres o abuelos. Si es así puede ser que solo una porción de lo que tengo que decirte sobre Neuralink te sirva de inspiración y te pique el bicho para investigar un poco más sobre este proyecto. Seas pragmático, escéptico o un soñador empedernido, no hay duda de que vivimos un siglo de desafíos cada vez mayores y más complejos, algunos de los cuales nos pueden aproximar a la extinción. Pero, también, es uno de mayores esperanzas, de innovaciones tecnológicas que pueden acercarnos un poco más a la utopía de una sociedad con menos sufrimiento, más vitalidad, inteligencia y salud.
Un agente que quiere jugar un rol fundamental en esta disyuntiva, diseñando un futuro por el que vale la pena esforzarse, es Neuralink, la empresa de neurotecnología, co-fundada por Elon Musk y un equipo transdisciplinar de científicos, ingenieros y médicos. Es, junto a Kernel y Synchron, una de las mayores apuestas en la contrarreloj para elaborar remedios contra las enfermedades neurológicas y, más adelante, propiciar la simbiosis de humanos y máquinas, a través de interfaces cerebro-computadora o BCIs, por sus siglas en inglés.
Palabras mayores, ciencia ficción o delirio, la verdad es que la realidad suele desbordar los prospectos de la ficción y, a veces, también es empollada por las mentes más imaginativas, para luego ser trasvasada a la realidad gracias al ingenio y practicidad de inventores, científicos e ingenieros. En este artículo de Neura Pod en castellano, pretendo trazar un mapa de ruta que os sirva de introducción para entender lo que intenta hacer esta empresa:
- Su inspiración y propósitos.
- La tecnología de punta en la que trabajan.
- Las demostraciones de sus avances y el horizonte que se avecina.
Será un viaje de ida y vuelta hacia las neuronas, la inteligencia artificial y la tecnología que busca ser un puente entre ambas.
Neuralink nace en 2016, pero es recién al año siguiente que Musk emite su primera declaración sobre la empresa. El bajo perfil comunicativo ha sido una marca del proyecto, contando con solo un par de demostraciones de sus avances, acaecidas en 2020 y 2021. Si no viste a los cerdos del año pasado, quizá hayas visto el vídeo de un macaco jugando Pong de manera telepática.
Ésta es la demostración más reciente de sus avances en el desarrollo de interfaces cerebro-computador. Pero no es el primero en si tipo, pues hay precedentes como el mono que controlaba un brazo prostético con su mente en el laboratorio de Nicoelis, hacia el 2008. La tecnología de fondo es similar, pero mejorada en algunos ordenes de magnitud.
Quién hubiera pensado, cuando comenzaba la era de los videojuegos hace unos cuarenta años, que ahora veríamos a uno de nuestros ancestros en la senda de la evolución moviendo una barra en la pantalla mediante los dictados de su mente. Y eso solo a cinco años de fundado el proyecto, más o menos la misma edad a la que los niños aprenden los rudimentos de la lectura y la escritura.
Recapitulemos, para entender cómo es posible y porqué, según Musk, es incluso necesario que eventualmente contemos con un chip en el cerebro. En años previos han sido varias las ocasiones en que se ha declarado preocupado por la probabilidad de que la humanidad se vea sobrepasada por la capacidad de la inteligencia artificial. Este vídeo, del canal Elon Musk Zone, reúne algunas de sus declaraciones al respecto. Imaginar un escenario en el cual un ente tecnológico posea una inteligencia colectiva, capacidad cognitiva y resolutiva mayor a la de los mejores de nosotros, no está muy lejos; por lo tanto, las decisiones podrían quedar en la voluntad de esta IGA, o Inteligencia General Artificial. ¿Qué hacer al respecto? Pues, hacer caso al viejo adagio: “si no puedes contra ellos, únete.”
Musk ha señalado que ya somos cyborgs, solo por el hecho de usar nuestros celulares y computadores día a día a modo de prótesis mentales, resolviendo dudas o ecuaciones en cosa de segundos. La convergencia ya está en proceso, pero el porcentaje de inteligencia que no es humana crece de modo exponencial, por ello una de las misiones principales de Neuralink es generar una interfaz humano-computador viable, con tal de no vernos desplazados por la inteligencia artificial, sino colaborar con ella en pos del bien común. Así lo enfoca el hombre que se ha dedicado a modelar nuestro futuro colectivo mediante sus otras empresas, como Tesla o SpaceX.
La inspiración de Musk para este dispositivo fue el concepto de “cordón neuronal” desarrollado en la serie de novelas de ciencia ficción, The Culture (La Cultura), del escritor escocés Ian M Banks. Una vez más lo mejor de la ciencia ficción inspira a la vanguardia científica. Tras meses de trabajo silencioso, recién en abril del 2017 un artículo novelesco del blog Wait But Why nos permitió penetrar en la cocina del proyecto. Allí se detallan, con muchos dibujos, sentido del humor y una capacidad de exposición encomiable, los factores y dificultades que involucra diseñar y elaborar un chip que pueda ser alojado en el cerebro, captar un set específico de acciones potenciales neuronales (relacionado con una zona particular del cerebro, por ejemplo, aquella que rige la percepción auditiva o la motricidad de las manos), transformar la información análoga a formato digital y luego detonar las sinapsis neuronales precisas para que los impulsos eléctricos permitan, por ejemplo, recobrar el movimiento de una pierna.

Este dispositivo es un chip de 4mm x 5mm, cuenta con 1024 canales a través de microfilamentos de carburo de silicio, de 5 micrones — veinte veces más delgados que un cabello humano — .
En la demostración de agosto del 2020 Musk apuntó que el objetivo de Neuralink es “resolver problemas importantes del cerebro y la espina dorsal con un dispositivo implantado sin problemas.” Al menos podríamos decir que esta es la meta a corto plazo. Este dispositivo es un chip de 4mm x 5mm, cuenta con 1024 canales a través de microfilamentos de carburo de silicio, de 5 micrones — veinte veces más delgados que un cabello humano — , que cumplen la función de electrodos, es recargable e inalámbrico, y sirve para leer la actividad cerebral y enviar estímulos en tiempo real. Hablamos de la versión Link V0.9, todavía un prototipo.

Y, ¿cómo se introduce el dispositivo en el cerebro? Mediante una operación quirúrgica, para la cual los ingenieros de Neuralink desarrollaron un robot automatizado, con tal de hacer más eficiente y práctico el proceso. La idea es que puedas entrar y salir el mismo día de la clínica en que se lleva a cabo el procedimiento, que no duraría más de una hora. Para lograr masificar la operación y abaratar los costos no es posible contar con neurocirujanos en cada ocasión, simplemente no hay suficientes, y, con tal de aminorar los riesgos de insertar el dispositivo en un agujero de tu cráneo, del tamaño de una moneda, es necesario que la precisión del robot sea máxima para que los filamentos no provoquen hemorragias en los vasos capilares de la corteza cerebral.
Algunas de sus funciones primarias son las de registrar la presión y la temperatura, por lo que entregaría información valiosa del estado de salud en tiempo real, eventualmente previniendo un posible aneurisma o ataque cardíaco, pues al identificar variaciones biométricas importantes, el dispositivo podría avisar al usuario para que se dirija directamente al hospital más próximo, como se apuntó en las preguntas y respuestas de la demostración en 2019.
Los electrodos serán los encargados de registrar la actividad neuronal. De hecho, un solo electrodo es capaz de registrar y estimular a más de quinientas neuronas, y eventualmente a más de mil, en una zona específica del cerebro, por lo que no sería necesario introducir muchos dispositivos para sondear una porción no menor de actividad cerebral. Gracias al procesamiento de datos los chips son capaces de aprender a distinguir el ruido de fondo de los potenciales de acción, encargados de dirigir los impulsos nerviosos de las neuronas, que busca registrar y estimular en particular. En la demostración se hizo énfasis en la capacidad de la tecnología para predecir qué grupos de neuronas se activaban en relación a la motricidad de los cerdos. Hay una brecha por aminorar, pero los gráficos de predicción y activación de los grupos neuronales eran muy similares.
En términos simples, los algoritmos de aprendizaje automático desarrollados por el equipo de Neuralink registran y aprenden de una cantidad de datos enorme y cada vez más precisa sobre el funcionamiento de las distintas comunidades neuronales, lo que contribuirá de modo significativo a mejorar en varios órdenes de magnitud el espectro de registro y estimulación neuronal, así como las funciones de las próximas versiones del dispositivo.
Es importante señalar que esta versión se enfocará en el córtex, la zona superficial del cerebro, en la cual se hallan las neuronas relacionadas con capacidades motrices y perceptivas, por lo que el potencial para remediar la ceguera o casi cualquier tipo de parálisis, es una meta realista, incluso para esta década o la siguiente. Sin embargo, no puedo dejar de enfatizar la enorme dificultad del desafío que ha emprendido el equipo de Neuralink. Sus desafíos son de los más complejos en múltiples áreas de la ingeniería y la neurociencia. No se trata solo de instalar un dispositivo digital en el cerebro, sino de construirlo de tal manera que sus electrodos sean el epítome del equilibrio entre robustez y sensibilidad, para captar y enviar señales eléctricas al interior de un ambiente sumamente corrosivo. Podemos pensar en el cerebro como una jungla altamente organizada de químicos, impulsos eléctricos y vibraciones, por lo que el dispositivo debe de ser capaz de perdurar no un día, sino años en ese ambiente sin que su efectividad decaiga con el tiempo o alguna de sus partes se desintegre.
Sumado a todo lo anterior hay que considerar que el dispositivo de Neuralink, actualmente probado en animales, debe de ir superando las distintas fases de pruebas clínicas que requiere la FDA para su aprobación. Quizá no falta mucho para que se tramite la aprobación de las primeras pruebas clínicas en humanos, lo que sería de por sí un gran paso hacia adelante. El desarrollo de estas nuevas tecnologías suele seguir un ritmo exponencial y el equipo de Neuralink está muy atento a los avances e ideas que surgen desde distintas comunidades académicas y laboratorios, por lo que el desarrollo de las interfaces cerebro-computador está recién comenzando y sus potenciales son prometedores.
Es probable que tu yo del 2035 posea una aplicación de Neuralink en su celular y se ría de los prospectos que imaginábamos plausibles a inicios de la década anterior. Sea como sea, el tiempo y la voluntad de la vanguardia científica mancomunada por un fin común forjarán un cambio radical en nuestra existencia. La idea es que no seamos solo espectadores en el proceso, sino partícipes informados, preparados para imaginar lo que nos espera. Para eso estamos aquí.


