La era de los videojuegos comenzó alrededor de unos cincuenta años atrás con ejemplos tan clásicos como el Pong o el Packman, los que han ido evolucionando a medida que la tecnología digital y la capacidad de generar simulaciones de distintos universos en alta definición cada vez se aproximan más a crear una experiencia tan inmersiva como la realidad misma o la sensación de estar en un sueño altamente complejo.

Durante los últimos años, especialmente bajo el influjo de la pandemia, esta actividad se ha disparado a niveles nunca antes vistos. Actualmente es una de las aficiones más populares del mundo y la industria prolifera y se diversifica continuamente en busca de nuevas narrativas y formatos para enganchar a los jugadores.

Una de las últimas novedades de estos años ha sido el comienzo del llamado metaverso, con los cascos de realidad virtual que prometen una experiencia de juego mucho más vívida, capaz de sacarnos del entorno cotidiano y teletransportarnos a la dimensión del videojuego. Claro que la calidad de los gráficos que sostienen una experiencia en 3D con un avatar a elección aún está lejos de ser la ideal, y la energía necesaria para sostener este tipo de realidad virtual de forma continuada es uno de los desafíos más difíciles por resolver que enfrentan mega compañías como Meta.

Según Raja Koduri, vicepresidente del grupo de sistemas de computación acelerada y gráficos de Intel, para alimentar el metaverso será necesario multiplicar por mil la infraestructura informática actual. "Es necesario acceder a petaflops [mil teraflops] de computación en menos de un milisegundo, menos de diez milisegundos para usos en tiempo real", dijo Koduri a Quartz. "Tus ordenadores, tus teléfonos, tus redes de borde, tus estaciones de telefonía móvil que tienen algo de computación y tu computación en la nube tienen que trabajar en conjunto como una orquesta".

Otra variante, que aún está en el campo de la ciencia ficción, pero es una posibilidad latente en las próximas décadas, es la que prometen las interfaces cerebro-computador, como la que desarrolla Neuralink, la compañía cofundada por Elon Musk en 2016. Estos dispositivos que cuentan con un chip y una serie de electrodos se implantan directamente en el cerebro para registrar la actividad neuronal y estimular eléctricamente a las neuronas con un fin específico.

¿Qué tienen que ver con la experiencia de los videojuegos y la realidad virtual?

Pues que, si se suma a este dispositivo un implante en la córnea que despliegue una pantalla frente a tus ojos, sumada a los estímulos auditivos y olfativos que se pueden generar estimulando las neuronas indicadas, la posibilidad de generar una experiencia inmersiva en realidad virtual será una realidad que incluso no necesitará de un aparatoso casco sobre la cabeza. Un ejemplo del poder de estos dispositivos para jugar videojuegos telepáticamente se dio con Page, un macaco que jugo el icónico videojuego Pong telepáticamente gracias al Link de Neuralink como puedes apreciar en el video.

Y eso no es todo, ya que estos dispositivos que se conectan a internet vía bluetooth te permitirían interactuar con tus compañeros de juego de forma telepática, pudiendo coordinar estrategias de un modo sincrónico y tan veloz que hasta podría parecer inconsciente. Esta posibilidad, por más fantástica que pueda parecer no es una experiencia ajena a los gamers como veremos ahora. De hecho, las investigaciones han demostrado que los cerebros de las personas se activan de forma similar y simultánea durante la interacción social. Esta sincronización neuronal entre cerebros se ha relacionado con la empatía y la cooperación en situaciones cara a cara. Y ahora su papel en las interacciones online se puso bajo la lupa, descubriéndose interesantes resultados.

Un estudio realizado en la Universidad de Helsinki investigó la sincronización de las ondas cerebrales mientras parejas de sujetos jugaban a un juego en el que controlaban juntos un coche de carreras. Los sujetos estaban separados físicamente en dos salas insonorizadas. El estudio investigó la conexión de la sincronización con la interacción y el rendimiento en el juego.   Según los resultados, la sincronización intercerebral se produce durante el juego cooperativo en línea, y el aumento de la sincronización en las bandas de frecuencia alfa y gamma está relacionado con un mejor rendimiento. La conexión entre el rendimiento y la sincronización gamma pudo observarse de forma continua a lo largo del tiempo.

"Pudimos demostrar que la sincronización de fases entre cerebros puede producirse sin la presencia de la otra persona. Esto abre la posibilidad de investigar el papel de este mecanismo social del cerebro en la interacción en línea", afirma el investigador doctoral Valtteri Wikström.  Hacia una mejor interacción en línea  Nuestro cerebro social se ha desarrollado en la comunicación cara a cara, y el aumento del tiempo frente a la pantalla ha causado preocupación en ciertos sectores de la población y especialistas como terapeutas o profesores, debido al impacto que puede tener sobre todo en los cerebros todavía en formación de niños y adolescentes. "Si podemos construir experiencias digitales interactivas que activen los mecanismos fundamentales de la empatía, se pueden mejorar las relaciones sociales, el bienestar y la productividad en línea", afirma la directora del proyecto, Katri Saarikivi.  

Electronic Telepathy - TV Tropes

Según Wikström, las mediciones de la sincronización fisiológica y el rendimiento cooperativo son formas potenciales de evaluar la calidad de la interacción social. Averiguar qué aspectos de las interfaces favorecen el entendimiento y la conexión puede impulsar el desarrollo en una dirección positiva.  "Este estudio demuestra que la sincronización intercerebral se produce también durante los juegos cooperativos en línea, y que puede medirse de forma fiable. Desarrollar aspectos en los juegos que conduzcan a una mayor sincronización y empatía puede tener un impacto positivo incluso fuera del juego", añade Wikström.

Así que en cierta forma podemos decir que existe cierto grado de telepatía en videojuegos colaborativos entre los miembros de un mismo equipo. Pero si se quiere dar un paso más allá y cosechar los potenciales inherentes a la socialización digital será necesario el desarrollo de tecnologías como las interfaces cerebro-computador, ya que estas nos permitirán interactuar con un grado de telepatía e intercambio de información difícil de imaginar actualmente. No es que solo, si es que la tecnología cumple con las expectativas, nos podamos coordinar telepáticamente para jugar un videojuego, sino que eventualmente podría crearse una forma completamente nueva de diálogos en los que compartimos mucho más que solo palabras. Memorias, aromas, sonidos que nos han emocionado y hasta escenas de nuestros propios sueños podrían llegar a ser parte de un nuevo idioma sinestésico que llevaría la experiencia de la comunicación al siguiente nivel. Un futuro fascinante que cada vez es menos territorio de la ciencia ficción y más potencial latente de la vanguardia tecnológica.